miércoles, 30 de septiembre de 2015

Bitácora de un grupo excursionista: Parte IV.

Lunes 24 de agosto, 2015.
Dia 4: ¡Nojoda!

Nuestro día empezó desde muy temprano, aproximadamente 5 de la mañana, nuestras maletas quedaron organizadas para continuar con nuestra divertida expedición, nos peleábamos por quien se bañaba primero, puesto nadie quería bañarse, pero al fin de cuentas quedamos listas y bajamos a desayunar, a una pequeña panadería que se ubicaba en frente del hotel, todas comimos muy liviano, no nos queríamos vomitar en el camino o bien estaban tapadas. Subimos nuestras maletas al bus, salimos de Armenia rumbo al Valle del Cócora que se ubica también en el departamento del Quindío, durante el recorrido nuestros ojos se recargaron de clorofila, ya que de lado y lado de la vía encontrábamos muchos  árboles.

Al llegar al Valle empieza una ligera lluvia que nos impide seguir el recorrido, todas íbamos preparadas con implementos para protegernos del frío, chaleco grueso, guantes y gorra pero no fueron necesarios, todos esos materiales sobraron Fue un recorrido extenso y agotador para muchas, de sequedad y cansancio, pero la alegría y felicidad venció lo negativo. Alcanzamos un lugar estratégico donde se podía divisar ese paisaje, todas nos detuvimos a analizar el verdadero sentido de la vida, que las cosas más sencillas son las más hermosas y que en un lugar como ese el dinero y los lujos sobran.

El momento más emocionante del día fue cuando rodamos en las colinas del Valle, nos mareamos, golpeamos, reímos y gritamos. A petición del profesor Hart todas nos unimos en un grande y emotivo “circulo”, hablamos de la vida y la importancia de vivirla al máximo esplendor, aprendimos que la felicidad no la da el dinero sino los momentos que convives con la familia y amigos. Para finalizar la visita todas gritamos lo más fuerte posible, contamos hasta 3 y todas a una sola voz dijimos: NOJODA, para muchas relajante, una palabra que identifica a los costeños, después de eso todas empezamos a gritar cosas que queríamos. Para tristeza de todas, nos devolvimos trotando hacia el inicio, con rumbo a Salento.

Todas más unidas que nunca tras la actividad, recorrimos las calles de este pueblo, subimos por unas eternas escaleras, descansábamos cada 10 escalones, hasta que llegamos a la cima, nos encontramos con una maravillosa vista al pueblo y del otro lado naturaleza, comimos solteritas (dulce típico), utilizamos un resbaladero y los columpios. Bajamos con el orgullo de haber subido, recorrimos los diferentes almacenes artesanales, conversando con cada dueño de los negocios y su vida inestable, tranquila y paseadora, la mayoría no conocían a nuestra bella Barranquilla y los invitamos a ir en los carnavales de la ciudad, fuimos compradoras compulsivas, cada cosa bella que veíamos lo llevábamos como detalle o recuerdo para nosotras mismas. Cuando terminó el recorrido, llegamos a un restaurante muy bello con una exquisita comida. 

Avanzamos al bus rumbo Manizales, en este recorrido todas estuvimos emocionadas y felices de todos los lugares nuevos que conocimos, presumimos las cosas que compramos y como nada extraño, dormimos. Nos hospedamos en un lindo y confortable hotel, todas las líderes discutían por tener la mejor habitación, o bien la más lejana de los profesores, algunas se bañaron y se arreglaron para recorrer la ciudad. Despues de recibir las instrucciones caminamos, y caminamos hasta llegar a un mirador, donde se observaba gran parte de la ciudad, tomamos fotos, criticamos y comparamos a la ciudad y a la gente con los barranquilleros, todas sentimos que fueron muchas cuadras, pero la emoción y la "mamadera de gallo" con nuestras compañeras venció el cansancio.

Seguimos con nuestro recorrido, conocimos la parte colonial y cultural, donde se encontraban los dos entes más importantes en Colombia, la Iglesia y la gobernación, separados por una plaza que tenía una estatua de un cóndor con cuerpo de hombre (Simón Bolívar) y una máscara que representaba el teatro, algunas se tomaban graciosas fotos y otras analizaban las estructuras y lo que poseía este lugar, seguimos caminando y llegamos al hotel, todas nos encerramos en nuestras habitaciones, al día siguiente visitaríamos el Nevado del Ruiz y necesitábamos estar descansadas, pero nosotras íbamos a disfrutar, nos acostamos a las 11 de la noche nos dimos las buenas noches, arreglamos las cosas del siguiente día, y dormimos.




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