miércoles, 21 de octubre de 2015

El miedo vs el cambio.

Dice Heráclito que lo único permanente es el cambio, y hemos podido comprobar una y otra vez esta frase; solo basta echar un vistazo en la historia de la Tierra para darse cuenta de que es precisamente el cambio el que nos ha permitido a todas las especies subsistir hasta el sol de hoy.

Estos cambios no han venido solos, pues ha habido toda una cadena de sucesos, anteriormente inexplicables para el hombre, que le han permitido adaptarse a su entorno. Se sabe hoy que esa cadena de sucesos comienza con algo tan extraño y tal vez aterrador como una mutación.

Si biológicamente las mutaciones son cambios necesarios, socialmente son aberraciones inaceptables dentro de la comunidad, por lo que las personas que las padecen son apartadas y rechazadas.

La mutación es un fósforo social y, al mismo tiempo, un extintor. Capaz de encender tantas conversaciones como las que apaga en cuestión de segundos. Esto sucede por dos características básicas y completamente opuestas del hombre; su miedo y su curiosidad. Pese a que la curiosidad nos ha llevado a descubrir grandes cosas, muchas veces el miedo logra eclipsarla completamente y es entonces cuando nos topamos con una gran pared de concreto: la ignorancia.

Es justamente la ignorancia la que ha llevado a millones de personas a relacionar, aun en el siglo XXI, la palabra mutación con brazos o dedos extra. Si bien es cierto que esto hace parte de las mutaciones, es solo la punta de un gran iceberg que esconde toda una gama de capacidades y discapacidades, por no hablar de la gran cabida que tuvo dentro de la evolución y que es desconocida para un sinnúmero de personas.


La naturaleza nos ha demostrado que solo hace falta hacer un mínimo cambio, para obtener algo significativamente diferente y que una pequeña diferencia puede representar la perduración o extinción de una especie. Dentro de todo este sistema elemental, el miedo al cambio es normal y, al mismo tiempo, mortal. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario